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martes, 26 de abril de 2011

Del sueño americano a la pesadilla blue.






En un Parque de los Príncipes abarrotado (48.402 espectadores), los Tricolores intentan clasificarse para la Copa Mundial de la FIFA por primera vez desde 1986. Pero los búlgaros no han venido a hacer turismo en esta fresca noche de miércoles en la capital francesa.

El contexto 
Dos meses antes de este choque, Francia se hallaba en una situación ideal para acceder a la Copa Mundial de la FIFA EE UU 1994: los hombres de Gérard Houllier eran líderes del Grupo 6, con 13 puntos, y tenían que disputar las dos últimas jornadas en casa. Un punto les bastaba para conseguir la clasificación. 




Bulgaria, por el contrario, ocupaba la tercera plaza, a dos puntos de Suecia y tres de los Bleus, y sabía que no podía permitirse ni un solo fallo. Así pues, el 13 de octubre, los discípulos de Dimitar Penev arrollaron a Austria (4-1). 





Al mismo tiempo, Francia recibía a Israel con confianza, tras el 0-4 cosechado en el primer encuentro. El marcador señalaba un 2-1 a diez minutos del pitido final, pero los locales se vinieron abajo y recibieron dos goles, obra de Eyal Berkovic (83') y Reuven Atar (2-3, 90'+3). Esto convertía a la cita del 17 de noviembre frente a los búlgaros en una auténtica final... 

Los detalles 
17 de noviembre de 1993, Parque de los Príncipes, París
Francia 1-2 Bulgaria
 
Goles: Cantona (32') -Francia-; Kostadinov (37' y 90') -Bulgaria-. 
Francia: Lama, Desailly, Roche, Blanc, Petit, Le Guen, Deschamps, Sauzée (Guérin, 81'), Pedros, Papin (Ginola, 69'), Cantona. Entr.: Houllier 
Bulgaria: Mikhailov, Kremenliev, Ivanov, Khubtchev, Tzvetanov (Aleksandrov, 82'), Yankov, Letchkov (Borimirov, 82'), Balakov, Kostadinov, L. Penev, Stoitchkov. Entr.: D. Penev 

El partido 
Las condiciones climáticas son ideales, y numerosas familias acuden al Parque de los Príncipes para animar a los Bleus. A pesar del tropiezo sufrido frente a Israel, la clasificación está fuera de toda duda. En la megafonía del estadio vuelve a sonar "L'Amérique", de Joe Dassin -que ya se había oído en octubre-, pero el optimismo es general. 

En frente, los búlgaros, que aterrizan en París dispuestos a dar un golpe de mando. Se saben capaces de dar una sorpresa, cuentan con el talento necesario para ello. De todos modos, Francia empieza el duelo asumiendo su condición de favorita, y domina durante los primeros minutos. Sin embargo, aunque los hombres de Houllier tenían el monopolio del balón, seguía percibiéndose la amenaza. Un gol les vendría muy bien. 

Didier Deschamps recibe un pase en la parte derecha del mediocampo. Envía al área y encuentra a Jean-Pierre Papin, quien efectúa una dejada de cabeza hacia su derecha, con la que conecta Eric Cantona en plena carrera. Los búlgaros se ven sorprendidos por la velocidad de esta triangulación de pizarra, y Borislav Mikhailov nada puede hacer ante el disparo del King (1-0, 32'). 




De manera extraña, los franceses muestran entonces un nerviosismo inquietante. Saque de esquina de Krasimir Balakov. Emil Kostadinov salta más que nadie para rematar de cabeza, batiendo a Bernard Lama. Cinco minutos después del tanto de Cantona, Francia juega a asustarse (1-1, 37'). 

Ese miedo ya no abandonaría el campo. La atmósfera es irrespirable. El equipo francés se nota paralizado. En el minuto 69, Papin incluso cede su puesto a David Ginola, debido a unos calambres de extraña violencia a este nivel y en este momento de un partido. Pero los Bleus continúan clasificados. Faltan veinte segundos del tiempo reglamentado cuando Ginola obtiene un lanzamiento de falta en el flanco derecho, cerca del banderín de córner búlgaro. 

Vincent Guérin le entrega la pelota. Se prevé que ambos la protejan cerca de la línea de fondo y dejen pasar el tiempo. Pero el extremo parisino intenta un centro al área que no encuentra a nadie. Bulgaria inicia el contragolpe, los defensas franceses están apáticos. Lyuboslav Penev pasa a Kostadinov, quien se introduce en el área. El esférico rebota, parece difícil de controlar. No obstante, la semivolea del búlgaro acaba colándose justo por debajo del larguero de Lama. El cronómetro marca 44'58''... 








La figura 
Kostadinov se convirtió en uno de los ídolos del fútbol búlgaro, en gran parte merced a este encuentro. Al anotar los dos goles de una victoria casi inesperada, el ariete fue el principal artífice de este excepcional desempeño. Actuó como extremo derecho en apoyo de Penev, al igual que Stoitchkov por la izquierda, en el 3-4-3 de Dimitar Penev, causando problemas a la retaguardia francesa durante los noventa minutos. Su rival no pareció capaz de controlarlo en ninguna fase del juego. Sin duda alguna, uno de los partidos más logrados de su carrera. 




Se dijo... 
"Todo quedó en agua de borrajas. A unos treinta segundos del final, el objetivo estaba alcanzado... Recibimos un auténtico mazazo, y en el peor momento. Cuando Ginola tuvo esa falta cerca del banderín, el árbitro tenía el silbato en la boca, y envió un balón de casi 60 metros en lugar de conservarlo. Como consecuencia, ofreció un contraataque a los búlgaros". Gérard Houllier, seleccionador francés. 

"Somos unos burros...". Didier Deschamps, centrocampista francés. 

"Y pensar que un mes antes nos veíamos eliminados... Los franceses tenían tanto miedo que jugaron atenazados. Sabíamos que iban a comportarse así. Nuestra táctica se basaba en ese parámetro. Jugaron a empatar, no buscaron nunca la victoria. No merecían clasificarse. Los machacamos cuando más daño les hacía". Hristo Stoitchkov, delantero búlgaro. 

¿Qué sucedió luego? 
Bulgaria viajó a EE.UU. 1994, que sería la Copa Mundial de la FIFA más hermosa de su historia. Sin que nadie contase con ellos, Stoitchkov y compañía sorprendieron primero a Argentina en la primera fase (2-0), clasificándose -de nuevo en el último partido- para octavos de final. Frente a México les pudo el cansancio, aunque tuvieron suerte (1-1, 3-1 TAB), y contra Alemania practicaron un fútbol vistoso (2-1), para acabar cayendo en semifinales ante Italia (2-1). Terminaron el certamen en la cuarta posición, tras recibir un inapelable 4-0 de manos de Suecia en el partido por el tercer puesto. El fútbol búlgaro no volvería a tener una generación así. 




En la selección francesa, Houllier fue sustituido por Aimé Jacquet, su ayudante, unos días después de aquella decepción. Francia empezó el mejor ciclo de su historia. Tras una Eurocopa 1996 en la que fue eliminada en la semifinal (a los penales, por la República Checa), los Bleus conquistarían la Copa Mundial de la FIFA 1998 y la Eurocopa 2000. Con todo, esa debacle sigue siendo una herida abierta en el corazón de todos los hinchas franceses.

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