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martes, 26 de abril de 2011

Tote: El hombre de la rabona inoportuna.


Cuando llegó al Real Madrid pintaba para Crack. Pero el Crack nunca llegó. La vida del Hombre de la Rabona se desarrolló en un ámbito chico. Durante su niñez todo era felicidad sobre los suburbios madridistas y tendría que recorrer un largo camino para llegar lejos, a la Primera División con el club merengue.

Y parece mentira que a un jugador se lo tome por una jugada, pero la vida futbolística de Jorge López Marco, Tote, el Señor de la Rabona, estuvo marcada por ese peculiar golpe, repetido y perfeccionado hasta el cansancio por el argentino Claudio Bichi Boghi allá por la década del 80. 



Su adolescencia lo tuvo como canterano del Atlético de Madrid, donde hacía una dupla perfecta con Raúl González Blanco. Ambos fueron víctimas de una polémica determinación del presidente colchonero Don Jesús Gil y Gil y tuvieron que marcharse a otra cantera, la cantera blanca.

Corría marzo del 2003 y el Real Madrid se jugaba un importante partido para seguir prendido en la Liga. Visitaba al Recreativo de Huelva y Vicente Del Bosque confiaba en el juvenil 'Tote', pero él lo desaprovechó. Jugada clara de gol para salir del cero en el que estaba inmerso el encuentro y López Marco tiró esa polémica rabona y dejó pasar una importante oportunidad de anotar en el Nuevo Colombino, provocando el desastre, la crítica hasta el hartazgo por aquella recordada jugada. 

Y eso lo marcó. Como lo marcó seguramente pisar el Santiago Bernabéu, porque no fue quien se pensaba que iba a ser, ni en el teatro blanco, ni fuera de él. Porque lo marcó estar en la institución más grande del Mundo y ser considerado el crack que llegaría para salvar la ropa de los grandes.

El después fue cruel. Porque fue borrado sistematicamente del mapa. Pasó al Benfica de Portugal, luego llegó el Valladolid, pasó por el Betis, vino el Málaga y ahora el Hércules, con un común denominador: Su frialdad, sus indecisiones en los momentos importantes, sus buenos momentos en los equipos chicos y sus intrascendencias en los equipos grandes. Su comodidad para estar en ciertos lugares, esos en los que todos conocen a todos, como los suburbios de Madrid.

 

Y es que nadie lo condena. Porque nadie sabe qué haría en esos grandes escenarios y con esas camisetas con tanta historia. Sólo es un repaso de las realidad del Hombre de la Rabona.

La polémica jugada pasó y, más allá que la mayoría de las personas ya han olvidado la rabona, seguramente en su inconsciente debe estar aquel frio recuerdo madridista, ese recuerdo de ser la promesa de la plantilla y quien se depositaban todas las esperanzas, esperanzas incumplidas, esperanzas de un Crack que no fue.

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